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El Priorat

Vistes sobre vinyes de Priorat

 

El Priorat es una geografía que impresiona al visitante pero que subyuga a quien la tiene que trabajar.

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Su nombre deriva de la Cartuja de Scala Dei, establecida en 1203 a los pies de la sierra del Montsant, cuyos espectaculares riscos calizos constituyen el límite septentrional de la comarca. El rey Alfonso concedió al monasterio el derecho sobre siete pueblos: su Priorato.

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Este antiguo dominio feudal ocupa la mayor parte de una peculiaridad geológica que es una mancha de pizarra ferrosa (la “llicorella”) que tiene unas extraordinarias cualidades para el cultivo de la viña. Alrededor de la mancha de pizarra se extiende el sauló (granito degradado), y alrededor de las dos se alza un conjunto impresionante de cordilleras calizas que las cierran por el norte (Montsant), por el este (Prades y Argentera) y por el sur (Llabería).

 

Tanto el sauló como la caliza comparten con la pizarra tres propiedades que las hacen extraordinariamente atractivas para el cultivo de la vid: una pobreza extrema de materia orgánica, escasísima retención de la humedad y mucha profundidad. A grandes rasgos, la mancha de pizarra coincide con la D.O.Q. Priorat y la del sauló (con mezclas de caliza y arcilla en los extremos) con la D.O. Montsant.

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El paisaje del Priorat tiene una belleza extraordinaria porque combina los blancos riscos de las sierras calizas, los cerros oscuros de pizarra y la clara llanura de arena, todos ellos con vegetación y microclimas diferenciados.

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El visitante descubre, en los pueblecitos del Priorat histórico, los vestigios de un mundo que se durmió cuando, hace más de cien años, la plaga de la filoxera arrasó la viña, que había sido la base de su economía, y obligó a dos terceras partes de la población a emigrar.

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Después de una larga espera, y gracias a la creación de la Escuela de Enología en Falset y a la irrupción de un grupo de productores forasteros innovadores (José Luis Pérez, René Barbier, Álvaro Palacios, Asunción Peira, Dafne Cloe ...) que han dotado a sus vinos de prestigio internacional, el Priorat vuelve a encarar el futuro con optimismo.

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Hoy, el Priorat es belleza salvaje y es optimismo, pero es, sobre todo, el rigor que exige estar entre los mejores.

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